La chiquita piconera
El arte de Julio Romero de Torres, llegó a su total plenitud, con esta obra de 1929-1930. El 24 de marzo de 1965, se tomaría un fragmento de “La Chiquita Piconera”, para la emisión de sellos en honor de Romero de Torres.
La escena de este lienzo, se desenvuelve en el interior de una humilde habitación, donde una joven sentada en una silla de anea, se adelanta sobre un brasero de cobre, sosteniendo en sus manos una badila de metal. Una puerta abierta, deja ver al fondo, el paseo de la Ribera, el Río Guadalquivir, el Puente Romano y la Calahorra, todo bajo un cielo de anochecer. Sus acostumbrados fondos de luminosos atardeceres, se vuelven aquí oscuro anochecer, presagiando quizá que la vida del maestro que se apagaba.
“La Chiquita Piconera”, retrato de la modelo “María Teresa López”, es el auténtico testamento pictórico de Julio Romero de Torres. En este cuadro sintetiza toda su concepción de la pintura y del arte. Es una obra “resumen y compendio” de toda su trayectoria vital y artística. En este cuadro, hay algo de “mensaje” de lo que Romero de Torres entendía que era la pintura y de lo que quería expresar con ella. En un sentido amplio, es este cuadro “expresionista”, en el que nos transmite, con su peculiar lenguaje, algo más que el placer de contemplar un bellísimo y original retrato, es decir, añade a su concepción artística, el deseo “inconfesado” de expresarnos su concepción de la vida, en un retrato lleno de madurez, hondura y sosiego.
Lienzo de técnica casi fotográfica en el tratamiento de los planos, donde la modelo mira penetrante, no al infinito como en la pintura clásica, sino de una forma directa y próxima, donde se encuentran todos los elementos fundamentales que definen la pintura de Romero de Torres: Córdoba envuelta en brumas, siempre distante y próxima; la belleza como ideal, reflejada en la mujer; la mezcla de ardor y frialdad; de dulzura y desencanto, de arcaísmo y modernidad; de nostalgia y presencia. Por último su modo de hacer “leonardiano”, de total plenitud después de que el artista superara las tendencias arcaizantes, asimiladas durante su proceso de formación de sus primeros años..
The art of Julio Romero de Torres reached its peak with this work from 1929-1930. On March 24th 1965 a fragment of "La Chiquita Piconera" (The Coal Little Girl) were taken to issue one series of stamps of Romero de Torres.
The scene takes place inside a humble room, where a young woman is seated in a bulrush chair. She is leaning toward a small copper brazier and holding in her hands a metal tool. A door opened allows the sight of the Paseo de la Ribera (Cordovan Avenue), the Roman Bridge, Calahorra under a dusk sky. His usual backgrounds of brights dusks get there darker. Premonition —may be— of the sparkling of his eyes.
"La Chiquita Piconera" depicts the model María Teresa López, and is the real pictorial testament of Julio Romero de Torres. This painting summarized all his art conception. It is a summary of his whole artistic lifetime. In this painting there is a message about what Romero de Torres understood about painting and what he wanted to express through his art. In a broad sense, this expressionist painting pass on us his artistic conception— more than the pleasure of contemplate a beauty and original portrait— as so as his "unacknowledged" life conception in a maturity portrait plenty of peace.
His technique was almost photographic in the treatment of the angles. The model does not look into the distance as in classical paintings; but in a direct and close way where there are all of the fundamental elements that define the artwork of Romero de Torres. His misty Córdoba, always distant and close, beauty as an ideal, reflected in women, the combination passion and frivolity, sweetness and disappointment, archaism and modernity, nostalgia and presence. Lastly, his leonardian way of painting in its entirety after the artist surpasses the archaic tendencies learned during his formation in the first years.